Un fin del mundo especialmente para ti

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Hagamos de cuenta que eso del 21 de diciembre era sólo una broma de fogueo, y que en realidad, el mundo se termina hoy.

El mundo que se termina hoy se despeña desde lo alto como un carro de montaña rusa: vértigo atroz, segundos de previsión de lo inevitable, colapso de todo el ruido insano, desde dentro de tí hasta el barro que te ensucia las botas; y ahí se queda, desecho de la conciencia, polvo estelar que perderá rápidamente su radiactividad y volvera a ser materia prima inane con la que crear otra cosa, otra conciencia, otro mundo en tu interior capaz de reinterpretar cuanto te rodea para redimirlo y hacerlo feliz.

Vamos, adelante: termina hoy con ese mundo que te enciende en ansiedades y angustia y frustración e insomnio y trastornos sin fin porque se da de narices contra tu naturaleza, contra lo más reconditamente sagrado de tí.

Sólo si terminas ese mundo sentirás revelarse desde el silencio al latido nuevo de una vida despojada con todo por elegir de nuevo, con todo por aprehender. Y seguro descubrirás que estamos juntos, al pie de la escalera de valores comunes por conquistar, pletórica de belleza, indolente frente a las ruinas de las trampas fútiles que -¡cómo pudo ser!- te creíste alguna vez.

Ante tí, otro ciclo solar para intentarlo. Yo también estoy ahí. Y conozco otros cuantos que celebrarán conmigo y contigo la "nueva era", "nuevo orden", "nuevo mundo", "nueva vida", nuevo holos inarticulable sino desde lo mas auténtico y genuino que te hace hombre.