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lunes, 27 de mayo de 2013

Sin sustos: Quiero en tí que todo hable de amor a tí


Espanto. Pensado en hebreo, behaláh בהלה. Apenas entré a casa, tras un fin de semana largo de deleitable encuentro familiar,para el que subimos con mis hijas pequeñas a Ierushalaim.

Dije espanto, behalah. La casa grande y bonita está como atorada, caótica, a medio desarmar. Quedan tres días para completar la mudanza a la nueva morada, más pequeña y más mágica de lo que ésta pudo haber sido.  No hay ningún modo razonable en este mundo de que yo logre trasladar mi vida un kilómetro hacia el este en tiempo y forma y de modo completo... un desafío en el que sin duda triunfaré, sólo que por ahora no tengo idea de cómo.

Espanto, "behaláh", señalé. Aprendí hace mucho que la revolución del da'at, de la conciencia vital de sí, comienza por ser esencialmente semántica. Sólo dí lo que te sale del corazón, y luego, frente al texto completo, elige algunas palabras a las que asignar un significado diverso del consensuado, de modo que todo el texto se incline y desvíe de la tristeza hacia la felicidad, de la exasperación a la placidez, de la certidumbre endeble a la fe perfecta en todo el sistema cósmico y su determinación de misericordia con justicia para todos quienes practican la justicia, y aman con piedad la caridad.  Hay que llevar a cabo un ejercicio semiótico que ponga distancia entre toda negatividad y mi conciencia.

De modo que me puse a leer mi propio discurso, y me paré en la primera palabra. Espanto; "behaláh". Se me antoja que esta palabra hable de amor. Se me antoja que todo hable de amor. En hebreo, podemos dividir "behaláh" en dos palabras claras: בה - לה  "báh", en ella, "láh", para ella. Esa es la descripción de una situación ideal en el amor, en que el lado masculino proactivo está "en ella", la abraza y penetra todos los niveles de su conciencia; y lo asombroso es que es "para ella" todo lo que él hace, para hacerle bien. No se retiene encerrado en su conciencia de sí, sino que es levado por una metáfora, un salto semántico que convierte al conquistador (que, de hecho, está "en" ella) en hacedor de bien que le hace bien a ella en la sustancia y en la forma, y en el mejor modo para la naturaleza de ella (porque de hecho, hace "para ella").  La probabilidad de una situación como ésta es tan ínfima, que casi no queda mujer dispuesta a creer a lo que ven sus ojos si le ocurre la maravilla. Otra traslación semántica: ella se encuentra con lo que está llamado a desbordarla de bien, y lejos de toda razón, sencillamente se asusta. Se espanta. Behaláh. Las puestas en escena de "bah-lah" (en ella, para ella) dan por resultado espanto, "behaláh". Por si faltara algo al ejercicio semiótico, resulta que el valor numérico de la palabra "behaláh" en hebreo es 42, un número fundamental en la cabalah, que alude a elevación, compleción, endulzamiento, ascensión.

Es bonito que justo comencé esta reflexión en el espanto, "behaláh", cuando me proponía apenas señalar mi sensación ante el paisaje de la casa de la que tengo que trasladar mi existencia en los próximos días. Es bonito que se me haya ocurrido pensar en todo lo recién dicho. Porque cambiar de morada es también una suerte de dislocación semántica, algo como poner tu contenido en otro continente, como enfrentarte al desafío de una metáfora nueva de ti. Este espanto es una joya que debo cuidar con celo, para abrir desde él las puertas de la metáfora nueva en que realizarme de aquí en más. 

Un detalle interesante. "báh-láh", en ella para ella, una expresión de sujeto ausente, vale 42 como dijimos, y alude así a ascención, elevación, en cierto modo incluso atracción. Pero "báj-láj", בך לך que es "en tí para tí", la misma expresión mas con objeto revelado que claramente eres tú, tiene valor 72, igual que la palabra "Jesed" חסד que es piedad, fundamento de los aires de conciencia convenientes para todo éxito en general, y en el amor en particular.

De modo que, a no asustarse ni espantarse :-).  La mudanza se va a realizar, y mi arte de endulzar sentido -tales las alas- en un apenas despertar estará en tí, y para tí.

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