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viernes, 3 de junio de 2011

poetas migrantes y el camino del medio para ser feliz - iaIr menachem

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Pasan por mi memoria sin permiso recuerdos de hace veinte años, cuando podías aún odiar a lo mediocre e igual sobrevivir. No querer estar "en el medio" entre ambos extremos, sino en la novedad de un tercer punto capaz de definir un espacio nuevo, en el que sentirnos más a gusto; negarnos al gris y con no menos fiereza tanto al blanco como al negro, y soñar un color capaz de escapar al espectro y que nos diera el honor de arder en mi corazón, harto de púrpuras y celestes y fucsias y verdes y naranjas. De ese temor intrínseco a la mediocridad se nutrían nuestras conversaciones, ya intelectuales o esmeradamente brutas, acompañando el diapasón desazonado del alma bullente de ganas, de la olla a presión que amenazaba ahogar todo en poesía virulenta de repente.

Y con los años, lees a escribidores ante los que te inlinas al notar, con sinceridad, que jamás llegarás a la estatura de sus letras. Tu idioma natural pierde riqueza: por ahí estás perdido. Tu idioma adoptivo... está en tu alma, mas para tu mente sigue siendo adoptivo. Por aquí estás perdido. ¿De cuáles extremos era que no quería estar en el medio?, te preguntas. Estás ahí, en el medio: entre aquéllos a quienes no les importa, y aquellos otros que lo logran.

¿Y si el problema ideológico fuera la definición de los extremos, que determinan el medio ese, tan temido? Entonces resultará que todos somos únicos y singulares, porque cada quien está entre sus dos extremos propios, el deseado y el temido; salvo aquéllos a quienes no les importa, y aquellos otros, que lo logran.

Hace veinte años, hablábamos de utopías: queríamos dotar al imposible de sustancia. Al extremo bueno del imposible. Creíamos que se nos daría debatirnos en duelo con el extremo imaginario del mal, y por nuestra mano, producir la victoria definitiva de lo bello. Hoy aprendí que se trata de otra cosa, mucho más esforzada y atroz. Aquéllos a quienes no les importa ya lo han logrado, y los que lo logran, lo están buscando. No es igual lo que han logrado aquéllos a lo que buscan éstos -y todos son parte de tí-; peru tú estás en el medio, en el camino siempre, entre el pasado que se va resignificando y el futuro que se resiste a sustanciarse, entre la cabeza del ratón y la cola del león, entre quien puedes y quien quieres, que van mutando de continuo para constituir tu presente. Extrañamente, hoy aprendí una lección de humildad imprescindible para estar contento, porque nadie vive las condiciones en que tú vives, y no tienes el potencial de nadie más; y a tí y a mí sólo nos toca, todo el tiempo, ser leales y estar contentos. Y cuando adobas de lealtad al contento, eres feliz, que no es condición de la meta, sino de cada paso en el camino. Me visto de gris, mezclado con blancos y negros. Y opongo al espanto mi sonrisa, cierta de al ras del suelo pisar el cielo, y como el cielo, ¿soy feliz?