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jueves, 5 de mayo de 2016

Tarot - tirada diaria de 3: ¿Qué hacemos hoy? ¡A crear!

¿Qué hacemos hoy? ¡A crear!

De continuo, nos hacemos preguntas cuyas respuestas concientemente desconocemos, y que se hallan -no obstante- cuidadosamente encriptadas entre los quicios subconcientes del alma. El Tarot, manejado con amor lúcido y lúdico, es una preciosa herramienta para mapear el tesoro de innúmeras respuestas que anhelamos y que, sin saberlo, ya sabemos.
Este es un ejemplo de nuestra clásica tirada diaria de 3 cartas, de entre los 22 arcanos mayores. Todo empieza en el arcano I, el Mago, que representa a la Jojmáh-sabiduría en su revelación desde lo Alto, hasta el X, la Rueda de la Fortuna, que es la Maljút-reinado sobre la tierra en que todo se ve múltiple y azaroso y, con frecuencia, algo oscuro, arbitrario y hasta cruel. Desde allí, los conductos de la luz retornan a lo Alto, hasta la Bináh-entendimiento de la Luna enmendada (arcano XVIII) y la Jojmáh-sabiduría revelada y elaborada ya en la conciencia, representada por el Sol (arcano XVIIII). Sobre la mente se posa, en el más sutil ya de los modos y mundos, la corona tripartita: el arcano XX, el Juicio, representa a la voluntad-Deseo (ratsón); el XXI, el Mundo en pleno orden y realización, representa al Deleite (taanúg); y por fin, el Loco, 0 y 22, cuya innumeridad envuelve toda posible cantidad, el poder fiel y supraconciente de la Fe (Emunáh).
Mira, pues. De entre el torbellino de ideas acudí a preguntarme qué hacer hoy con estas energías maravillosas, con las luces multicolores que danzaron para mí al despertar. Pongamos orden, me dije. Mezclé cuidadosamente el mazo vuelto abajo, con exageración minuciosa. Emocionado, tomé una carta de enmedio. Y hélo aquí: ¡el Loco!, ese loco lindo que está más cuerdo que todos, medio tri y medio bidimensional si atiendes bien al dibujo, que camina hacia ningún lado con su ínfimo morral, sabedor de cada paso que avanza en un camino que va siempre hacia el ubicuo centro de sí: de suyo, a crear el mundo. Los ojos que miran a lo alto dictan camino a los pies, que recorren una tierra irregularmente celeste y amarilla. La voracidad de la fierecilla que le sigue no le puede lastimar, pues siempre hay un colgajo que mana de sí para ella. Su fe emana certeza plena, en la corona de todos los mundos. A cada paso que da, deja el terreno hollado para quienes vendrán tras él. Primera carta, pues, de tres que voy a sacar, para elucidar una formulación en presente del tikún-enmienda que me propuso el Baal Shem Tov. Esta, la primera, ocupa el lugar de la Hajnaáh-asunción: ésta es la sintonía que toma mi conciencia para empezar a elaborar el día. Y más precisa, más acorde a mi ánimo jubiloso, no podría ser. A donde me toque caminar, será con shalóm, justo y perfecto.
Apresuradamente tomé una segunda carta de entre las últimas del mazo. Arcano XI: la Fuerza, que ocupa el lugar de Iesód-fundamento, de la gran batería cargada de todas las fuerzas ya rectificadas en mí, y de retorno ahora a su fuente. Con serenidad absoluta, sin nada que haga pensar que ello le cueste ningún esfuerzo, vestido con atuendo pleno de majestad sin mácula alguna, apenas si con un ademán en que toca sin tocar, se basta para abrir y mantener abiertas las fauces del león poderoso que le mira desde una subyugación implorante no exenta de agrado. Desde la inspiración inclaudicable del Loco, en la segunda etapa del tikún (la Havdaláh-discriminación, que dictará cuánto y en qué invertir de mi luz para la acción), la Fuerza tiene en su poder el símbolo de toda majestad y realeza a sus pies. Toda su realidad bajo control, en equilibrio de contención armónica y perfecta que me dotará de la facultad de elegir sin ser elegido, de liderar sin ser liderado, de ir sin dejarme llevar. La fuerza moral que desplegaré emanará del más pleno y sereno conocimiento de mí, y de ninguna fuente que no de esa.

Suenan las trompetas, no hay tiempo que perder, mi mundo entero está de pie cuando la tercera carta se revela en el arcano XX, el Juicio, en la tercera de las coronas del Kéter: la tercera etapa del tikún llamada Hamtakáh-endulzamiento atraviesa el camino desde la Fe del Loco hasta revelarse, por el puente de la corona segunda -del Deleite-, en la corona del Deseo inclaudicable, de la voluntad invencible que atrae hacia lo Alto los abajos. La lluvia multicolor de la tierra efluye hacia el firmamento en que el ángel alado dibuja una visión a ojos de los mortales, que tomados de ella, podrán dejar de serlo, naciendo a una conciencia superior, bajo el influjo de los arquetipos que le están de común ocultos. Una invitación irresistible a la gracia, a la magia de que me vuelvo artífice, a que me vuelvo sensible. Es -ya lo sabía, aunque no- día propicio para crear, y el sendero de los signos asombrosos de mi Tarot jasídico me ha dado el croquis del camino, a cuyo través lograr que mi creación me desborde para bendecir a mi mundo todo. ¡Gracias!








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